Entrevista a Judit para laopinioncoruña.es


La concursante coruñesa estudia escribir un libro sobre su experiencia en el programa televisivo . Mar Mato
A Coruña
La coruñesa Judit se ha convertido, junto a Javito, en la segunda gallega en salir victoriosa de la casa de Gran Hermano. Querida en los foros de internet por su "bondad", la concursante gótica del certamen está de vuelta al hogar. Con la sinceridad como don, la joven de Mesoiro confiesa que siente síndrome de Estocolmo y que quiere "a todos" sus ex hermanos catódicos.
-Ha ganado contra todo pronóstico. Aún así, ¿no albergaba algo de esperanza?
-Sí, algo de esperanza sí que guardas pero no sé... Mi idea no era ganar, aunque me ha hecho mucha ilusión. La idea que yo tenía era pasarlo bien.
-¿Y lo consiguió a pesar de los últimos días?
-Sí. Las últimas dos semanas fueron las más duras, pero yo guardo buenos recuerdos de la casa; lloraba porque me daba pena saber que no iba a poder volver más.
-Dolía ver cómo pasaban sus compañeros de usted.
-No sé. Allí dentro lo que intentaba era estar lo mejor posible y no amargarme, así que no le daba mucha importancia. Intentaba pensar en positivo. Tampoco lo he vivido como si me hiciesen el vacío. Lo he intentado vivir lo mejor posible sin verlo como un drama. Pero, no sé, es algo en lo que sigo reflexionando.
-¿Quién de la casa es su amigo, además de Andala?
-En principio, me gustaría llevar a todos como amigos, tengo buenos recuerdos de cada uno de ellos. A los que más quiero son Andalla, Eneko, Karen, Dadi, Lucy... A Andalla lo he visto este fin de semana.
-¿Cómo ha sido la acogida en el exterior?
-La gente se para mucho conmigo y es muy amable. El recibimiento ha sido inmejorable. Me sentía como el rey Melchor con tanta gente.
-Desde el punto de vista sociológico, ¿cómo interpreta el fenómeno Gran Hermano?
-Al principio, cuando veía Gran Hermano, creía que era una forma estupenda de analizar las relaciones entre personas porque están siempre vigiladas, era como un laboratorio. Luego, pensé que la gente era consciente de que estaba en un laboratorio. Pero ¡una leche! Ahora, que entré, me di cuenta de que vives el asunto en tan primera persona que no eres consciente de lo que pasa a tu alrededor. Allí, no piensas cómo se ve esto, ni si hay cámaras... Estás tan metido en el asunto y tienes tantos problemas que no puedes pensar en otra cosa; no te da el cerebro para más, si no te volverías loco. Todas las reacciones son naturales, cosa que como espectadora dudé. No entendía cómo a los dos días se enamoraban, lloraban... Ahora sé que es cierto y que nadie interpreta un personaje. Somos así y vosotros serías así también.
-¿Piensa escribir un libro?
-Sí, tengo algo pensado.
-He leído que va a crear un consultorio como sexóloga.
-Noooo (risas) ¿quién ha dicho eso?
-Una revista... ¿Sufre síndrome de Estocolmo?
-Sí, ya me imaginaba que me iba a pasar. En el búnker, tres días antes del final, decía que no aguantaba más. Fue muy duro, muy deprimente. Cuando estaba nominada ya lo imaginaba. Pensaba que sería horrible salir y ver a los compañeros por la tele, ver sus problemas y no poder ayudarles. Desde luego, para mí fue un gran honor quedarme en la casa de última.